martes, 30 de septiembre de 2008

A propósito del “Día del Periodista”. . . EL PERIODISMO EN LA HISTORIA

Talara.-
Especial_______________________________________Andrés Abad Tejada (*)


Cada 1º de Octubre se celebra “El día del periodista”, instituido en el Primer Congreso Nacional de Periodistas, reunido en Lima en 1950. En este día se reflexiona sobre el rol de la prensa y el de los periodistas que no siempre han ido de la mano. Han surgido interrogantes sobre el rol que debe cumplir la prensa en una sociedad. Tal discusión parece interminable.
Al respecto, cada periodista debe tener claro cual es el rol social que le compete jugar en la comunicación. La mayor preocupación del profesional de las comunicaciones debe estar en la responsabilidad que tiene frente al receptor.
El contenido de ese rol social es de procurar llevar siempre un aporte a través de la información, del entretenimiento o la cultura. La educación y el medio de comunicación son prácticamente “siameses”, van de la mano, tienen una coexistencia.
En este aspecto, los periodistas y los comunicadores sociales tienen que reflexionar mucho respecto a la tarea educativa. Se puede aportar mucho más que la propia información. Los periodistas deben saber que un medio tiene carácter formativo, llevando alternativas de superación, claro, sin confundir esto con la educación supletoria. Estamos hablando del aporte permanente en el campo de la educación para procurar una sociedad mejor.
Otro aspecto fundamental que debe observar el comunicador social y/o periodista es mantener su nivel de profesionalismo en base a su conducta intachable, que tiene que ver directamente con la ética. Quien no toma en cuenta los valores éticos o morales y la escala axiológica para el ejercicio del periodismo no va a aportar mucho o definitivamente su aporte va a ser negativo para la sociedad.
Este es un componente fundamental, sobre todo en los actuales momentos en que se requiere credibilidad, tiene que conducirse con ética; y manejarse con ética significa manejar la información, en lo posible, con objetividad, con aproximación a la verdad. El periodista tiene que ser un abanderado de la verdad.
Si el periodista quiere mantener su independencia, que es fundamental, tiene que partir por respetar estos valores: verdad, ética y moral. Porque sólo la superación permanente es la única garantía de hacer diferente al periodista; sin embargo, pocas veces se ha relacionado al periodismo con la Historia del Perú. El siguiente derrotero intenta ubicar a la prensa escrita en el marco de nuestra historia.

DOSCIENTOS DIECIOCHO AÑOS DE PERIODISMO EN EL PERÚ.
Hace exactamente 218 años, en 1790, un periodista y aventurero extremeño de 25 años llamado Jaime Bausate y Meza, puso en circulación “El Diario de Lima” con el pintoresco subtítulo de “diario curioso, erudito, económico y comercial”. Con este capítulo, sin embargo, tan travieso como su propio espíritu, Bausate clausuraba la pre historia del periodismo en los dominios virreinales de España en América e inauguraba el oficio más apasionante, divertido y peligroso en estas mismas tierras.
Desde entonces, a pesar de las crisis y las plagas, los terremotos y las guerras, las invasiones y los golpes de Estado, al Perú no le han faltado periódicos. Diríase, más bien, que tales circunstancias no han hecho sino incentivar la incesante aparición de diarios y revistas.

LIMA, BAUSATE Y LA PERRICHOLI.
Desde mucho antes que Bausate se estableciera en Lima, la capital del Virreinato del Perú ya contaba con algunos medios escritos. Eran las relaciones, noticiarios y gacetas llegadas desde España, de periodicidad irregular, dedicadas fundamentalmente a dar cuenta del comercio, de la llegada y salida de barcos; así como de hechos extraordinarios acontecidos allende los mares.
De estas publicaciones, la más importante fue la “Gaceta de Lima”, que circulaba desde 1715 y que en su última etapa insertaba, al lado de las noticias provenientes de Europa, algunas de índole local, previa aprobación de la estricta y puntillosa censura.
Sin embargo, sobre esta etapa del periodismo en el Perú, Raúl Porras Barrenechea tuvo un juicio lapidario, aunque para muchos certero. Tras sentenciar que la Colonia “no tuvo periódicos”, añadió en tono burlón que ese “rasgo de buen gusto” nos libró de “tanto doctor limeño erudito en cánones y latín que entonces hubiera terminado de periodista”.
El periodismo propiamente dicho empezaría por Bausate, cuando el 1º de octubre de 1790, después de vencer tediosos trámites burocráticos para conseguir la licencia del Virrey Francisco Gil de Taboada, echa a circular “El Diario de Lima”, al precio de Quince Reales por mes, con cuatro páginas y algunos avisos comerciales.
La empresa, favorecida por el clima intelectual de la ilustración, fue toda una novedad. En su primera hora se suscriben a “El Diario”: el Virrey y el Arzobispo, los notables de la ciudad, y -entre ellos- Micaela Villegas “La Perricholi”, que así le guiñaba el ojo al atrevido periodista. Sus páginas contenían anuncios, crónicas de viajes, notas históricas, consejos caseros, etc. Es decir, había de todo, pero las noticias del día brillaban por su ausencia.
La falta de apoyo oficial y de lectores pronto generó una crisis económica y Bausate se vio precisado a deshacerse de su diario. Pero la semilla había echado raíces y a la empresa del extremeño siguieron “El Mercurio Peruano” que salió a la luz el 2 de enero 1791 y que se publicaba dos veces por semana; asimismo, el “Semanario Crítico” que aparecía los domingos y por primera vez en Junio de 1791. Fue editado por el franciscano español Antonio Olavarrieta.
De esta manera, en menos de un año, Lima ya contaba con un diario, un bisemanario y un dominical. En total, tres periódicos; algo extraordinario para una ciudad de estrecho recinto y escasa población.
La trascendencia de “El Mercurio Peruano” es indiscutible en esta primera etapa del periodismo. Editado por la Sociedad Amantes del País, a la que pertenecieron personajes que después serían Próceres de la Independencia Nacional, dio la primera noticia orgánica del Perú como ámbito geográfico, natural y humano.
De este periódico, Porras Barrenechea, ha escrito: “Al proponerse sus redactores el Perú, como objeto de estudio en todos los órdenes del saber, afirmaron el sentimiento patriótico que había de impulsar la revolución. Constructores serenos del porvenir, pusieron sin jactancia, ante los ojos mismos del virrey incauto que los protegía, los sentimientos de la patria latente”.
Por los libros de historia peruana sabemos que a la plana de redacción de “El Mercurio Peruano” pertenecieron: Hipólito Unanue, José Baquíjano y Carrillo, José María Egaña, Jacinto Calero, Diego Cisneros y otros.

UNA IMPRENTA EN LA GUERRA.
La guerra emancipadora alineó a los periódicos tras los bandos enfrentados de realistas y patriotas. Desde “La Gaceta” del gobierno de Lima primero y después desde “El Triunfo de la Nación”, el poder virreinal enfrentó las múltiples hojas volantes, provenientes del exterior al comienzo, que alentaban la independencia de las colonias de la corona española.
Cuando en setiembre de 1820 el general José de San Martín desembarca en Paracas, no sólo lo hace con soldados y cañones, sino también con una imprenta.
Pero el mensaje libertador, en sus diferentes vertientes, hallará su mejor expresión en periódicos como “El Americano”, “Los Andes Libres”, “El Sol del Perú”, etc. Juan Pablo Vizcardo y Guzmán publicará su célebre “Carta a los Españoles Americanos” en “El Correo Mercantil, Político y Literario”, en tanto que José Faustino Sánchez Carrión inflamará conciencias de fervor libertario desde las páginas de “La Abeja Republicana” y “El Tribuno de la República Peruana”.
El periodismo de esta época no es informativo. Es netamente político y de opinión. Tiende al debate de las ideas, pero también abunda en la diatriba y la sátira tanto en prosa como en verso.
Los periodistas de uno y otro bando se enfrentan con la misma pasión que ponen sus héroes en el campo de batalla. Se sabe que los batallones de Bolívar llevan una imprenta en la que su secretario y futuro primer ministro, Sánchez Carrión, editará “El Centinela en Campaña”. Así también, en el bando realista, el periodista español Gaspar Rico y Angulo editará “Depositario” desde la imprenta del Real Felipe, último reducto de la resistencia virreinal, en donde no cesará con la pluma hasta que el escorbuto le arranque la vida en 1826. Es preciso recordar y precisar que en 1825 Bolívar fundaba “El Peruano” como el diario oficial de la Nueva República del Perú.

CAUDILLOS, PLUMÍFEROS E INVASORES.
Concluido el mandato de Bolívar en el Perú en 1826, se abre la etapa de los caudillos militares, quienes dividen la patria y se enfrentan en sucesivas guerras fraticidas por el poder. Políticos, clérigos, abogados y letrados secundarán sus afanes con periódicos y gacetillas coyunturales.
Algunos historiadores han delimitado esta etapa a los años que van desde 1827 (al año siguiente de la partida de Bolívar) a 1847 (cuando accede al poder Ramón Castilla) imponiendo cierto orden.
Con la fundación de “El Comercio” en 1839, se abre uno de los capítulos fundamentales del periodismo peruano. El nuevo diario fundará su éxito -además de los comunicados pagados- en su imparcialidad y en su distanciamiento de la política partidista. A diferencia de las otras publicaciones de su tiempo, efímeras y coyunturales como ya se dijo, “El Comercio”, creado por dos ex combatientes de los ejércitos patriota y realista, permanecerá y crecerá conforme transcurren los años.
Como competidor de “El Comercio”, surgirá en 1873 “La Opinión Nacional”, que tendrá su más preciado capital en la pluma gallarda, esclarecedora y polémica de don Andrés Avelino Aramburú. Según algunos historiadores, era un periódico combativo, de filiación civilista, férreo enemigo del Contrato Dreyffus, aquel se desenlaza en la “Guerra del guano y del salitre”, tal como lo definiría Virgilio Roel.
La guerra con Chile une a los diarios peruanos que “traducen la enorme palpitación colectiva” y mantienen “la alucinada esperanza del triunfo, aun después de Angamos y Arica”. La ocupación de Lima por las tropas chilenas produce un cierra puertas en la mayoría de diarios.
Esta etapa del periodismo peruano reconoce a Aramburú como su mejor paradigma intelectual y moral (quien devolvió a la prensa el prestigio que se había perdido en la empresa de los caudillos), y a Manuel Anastasio Fuentes, editor de “El Murciélago”, como el periodista más creativo, polifacético, fecundo y provocador.
Hay hombres brillantes en esta etapa: los Miró Quesada en “El Comercio”, Clemente Palma, ya citado en “La Crónica”; Alberto Ulloa, en “El Tiempo”; Enrique Castro y Oyanguren en “La Prensa”; Ezequiel Balarezo Pinillos en “Mundial” y “Variedades”.
Pero será “La Prensa”, durante la dirección de Ulloa, el periódico que acogerá una nueva generación de escritores y periodistas que marcarían época: Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui La Chira, César Falcón, Leonidas Yerovi, Luis Fernán Cisneros, Alfredo Gonzáles, etc.

LA ROTATIVA Y EL PRIMER TABLOIDE.
“El Comercio” ingresa al siglo XX importando una rotativa Maritoni, lo que lo pone a tono con lo más moderno de la industria gráfica. Pero “La Prensa”, fundada en 1903 por don Pedro de Osma, no tardará en importar la suya desde Alemania y en construir un edificio diseñado especialmente para el funcionamiento de un periódico. Se inicia así una ardua competencia entre los dos grandes que durará varias décadas.
En 1912 aparece el primer tabloide, “La Crónica”, fundada por el fotógrafo portugués Manuel Moral y bajo la dirección de Clemente Palma. Caracterizaba al nuevo periódico, además de su tamaño pequeño, el gran despliegue gráfico y su información orientada fundamentalmente a temas como el deporte y los sucesos policiales.
El capitalismo en crecimiento tiene el carácter de lo masivo, un signo distintivo de la era industrial. Los periódicos hechos por periodistas individuales (como Manuel Atanasio Fuentes) son barridos de la escena por periódicos que pertenecen a empresas editoras. La profesión periodística también se afirma en cultores dedicados exclusivamente a ella que relegan a la página de opinión a los doctores en leyes.
Mientras tanto, en el ocaso del 1800 y umbral del 1900, en la “Ciudad Blanca” de Arequipa, el 1 de enero de 1905 aparece el diario El Pueblo fundado por Edilberto Zegarra Ballón; mientras que en el norte del país aparecían “La Industria” de la Familia Cerro en la primaveral Trujillo; así como “El Tiempo” de Piura que ininterrumpidamente se publica desde el 9 de enero de 1916. Vale indicar que este diario piurano en sus inicios fue propiedad de don Luis Carranza y tuvo como único redactor a Eduardo López. Posteriormente, desde 1929 don Federico Helguero Seminario adquiere la propiedad del diario y se convirtió en su director.

EL “COJITO GENIAL” COMO PARADIGMA.
José Carlos Mariátegui La Chira tenía 14 años cuando empieza a trabajar en “La Prensa” como alcanza-rejones. A los 16 años publica su primera crónica firmada con el seudónimo de “Juan Croniqueur”. Antes de cumplir los 20 años es un periodista popular, muy leído, premiado por la Municipalidad de Lima y reconocido por la élite literaria local como una pluma brillante.
Abraham Valdelomar, el gran gurú de la Generación Colónida, llama cariñosamente a Mariátegui “Cojito Genial”. Lo acoge en la tertulia del “Palais Concert” y lo introduce en los fumadores de opio de la Calle Capón. Está con él cuando se produce el escándalo de la danza fúnebre que Norka Ruscaya interpreta con pies ágiles y sensuales en el Cementerio General.
Mariátegui es el primer organizador gremial de los periodistas en Lima. De la crónica se orienta al periodismo de ideas. Deja “La Prensa” para fundar “La Razón”, primero, y “Nuestra Época”, después. Cuando el Movimiento Obrero protagoniza las históricas jornadas por las ocho horas, hallará en el “cojito genial” a su más entusiasta propagandista.
Puesto entre la espada y la pared por el gobierno de Augusto B. Leguía, el periodista viaja a Europa. Se establece en Italia, pero recorre gran parte del Viejo Mundo, ávido de conocimientos, entrevistando a políticos, escritores y artistas.
Su biografía -sobre todo desde 1925, cuando retorna al Perú, hasta su muerte acaecida en 1930, con apenas 35 años- ha sido objeto de interesadas distorsiones, de las cuales las más abominables son las que lo presentan como un teórico estatista, un santón de izquierda y un intelectual dogmático dueño de todas las verdades como el Oráculo de Delfos.
Pero nada de eso es cierto. Para los periodistas peruanos, al margen de consideraciones ideológicas, Mariátegui es su más alto paradigma y su mayor expresión intelectual, encarnación viva de la integridad moral, la honestidad profesional y el espíritu de superación: el hombre que va más allá de las limitaciones de su medio y hasta de su propio cuerpo.

DON PEDRO” ENTRA EN ESCENA.
En 1934 reaparece “La Prensa” luego de superar una etapa de receso impuesta por sus mismos propietarios, la familia Durand. Su organizador es Pedro Beltrán, un cultivado economista que se reconoce discípulo de Milton Friedman, quien marcará época en el periodismo peruano.
En 1945 Eudocio Ravines funda el Semanario “Vanguardia” que, según Juan Gargurevich, es la máxima expresión del periodismo político de la década del 40. Entre “Vanguardia” y “La Tribuna”, editada por el APRA, se desatará una guerra sin cuartel. Posteriormente, Ravines -auspiciado y protegido por Beltrán- pasará a dirigir “La Prensa” y también fundará el vespertino “Ultima Hora”, que sale a disputarle lectores a “La Crónica”, entonces de propiedad de la familia Prado.
La década se cierra con la aparición de “Caretas”, que se convertirá en el semanario por excelencia del Perú, que fundan y editan Doris Gibson y Francisco Igartúa. Este último lanzará poco después “Oiga”, otro semanario histórico que se publicará hasta 1995, aproximadamente.
En la década del 50, desde la redacción de “La Prensa” y bajo la batuta de Pedro Beltrán, se inicia una profunda renovación periodística que copia lo último de la prensa norteamericana moldeada por José Politzer y la Associated Press.
De esta manera periodística surgirán los nombres de Arturo Salazar Larraín, Sebastián Salazar Bondy, Enrique Chirinos Soto, Alfonso Grados Bertorini, Jorge Donayre Belaunde, Alfonso Delboy, Carlos Paz Cafferata, etc.
Otros periodistas de brillante trayectoria y que pertenecieron a la plana de “La Prensa” fueron Genaro Carnero Checa, Alfonso Tealdo Simi, Manuel Jesús Orbegoso. En 1953 aparece “La Tercera” de “La Crónica”.

LOS HÉROES Y LOS VILLANOS.
La década de los 60 son los años del Rock and Roll y de Elvis Presley, de los primeros viajes interespaciales y la ruptura entre Moscú y Pekín. Un mito cinematográfico, James Dean, encandila a la juventud de la época. La Revolución Cubana, con Fidel Castro a la cabeza, desata la fiebre guerrillera en Sudamérica. En el Perú el símbolo es un poeta muerto a balazos en un río: Javier Heraud.
“Expreso” fundado en 1961 por Manuel Mujica Gallo, revela el talento de su primer jefe de redacción: Raúl Villarán. Este periodista fundará después, en asociación con el magnate pesquero Luis Banchero Rossi, los diarios de la cadena “Correo” de la Empresa Periodística Nacional S.A. – Epensa; y que edita 14 publicaciones regionales, incluida Lima capital. Otros periódicos que surgen en esta década son “Extra”, de la misma empresa que edita “Expreso”; y “Ojo” editado por la empresa de “Correo”.
La dictadura militar inaugurada por el General Juan Velasco Alvarado en 1968 decide expropiar las publicaciones de circulación nacional en las vísperas de las fiestas patrias de 1974. De la medida sólo se salvan las revistas y los diarios de provincias.
Enrique Zileri, director de “Caretas”, se convierte en el periodista más perseguido por el “Velasquismo”. Su revista es clausurada varias veces, pero nada -ni la cárcel ni el éxito- atemoriza al periodista en su empeño por informar y destapar los entuertos del régimen militar.
Velasco es derrotado por el General Francisco Morales Bermúdez en 1975. Cinco años después, mediante elección democrática y popular, el Arquitecto Fernando Belaunde Terry vuelve al poder. La primera medida de su nuevo gobierno consiste en la devolución de los periódicos expropiados a sus legítimos propietarios.
El debate político a través de la prensa también puso en primera fila a otros periodistas como Augusto Zimmerman de “Kausachun Perú” e Ismael Frías de “Equis”.

LAS SIETE PLAGAS.
Tres nuevos diarios inauguran la década del 80: el diario “Marka”, “El Observador” y “La República”. De los tres sólo sobrevivirá el último, creación del periodista Guillermo Thorndike. Otras empresas periodísticas que lo siguen como “La Razón” “La Voz” y “Página Libre”, no lograrán continuidad más allá del primer año de circulación.
Para sorpresa de muchos, el periodismo económico correrá mejor suerte, como lo demuestran los diarios “Gestión” del Grupo Romero Caro, hoy adquirido por El Comercio, “Síntesis” y las revistas sobre el mismo tema. También es justo resaltar la aparición de “Debate” y “Perú Económico” del Grupo Apoyo S.A. y “Quehacer” del Grupo “Desco”.
El boom de los diarios “chichas” -expresión de la subcultura urbana y del negocio fácil que explota la morbosidad y el mal gusto- sólo servirá para enturbiar la verdadera misión informativa y orientadora del periodismo; utilizando el sensacionalismo -aquella forma peculiar de exagerar los acontecimientos- resulta una característica cotidiana en estos medios que desvirtúan en lenguaje y comunicación en nuestra sociedad; distorsionando y confundiendo las más nobles campañas de la prensa independiente. Lamentablemente, por beneficios personales los propietarios y directores de estos diarios se rindieron a los pies de quienes gobernaron el país en la “década perdida” de nuestra historia: Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y su secuela de corruptos; vendiendo su línea editorial para tener mal informada a la población y apañar a la corrupción que se enquistó entre 1990 y el año 2000.
Finalmente, en la primera década del 2000 aparece Peru21 dirigido actualmente por Augusto Alvarez Rodrich; amén del boom de la prensa digital y diarios electrónicos que se editan a través de la Internet.
Este es sólo un derrotero de la historia del periodismo escrito peruano, primer eslabón de una nueva historia, que a la vez debería coronar más de 218 años de papel y tinta por la verdad y la libertad.

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